16 jun. 2005

¡Ahí vienen las olas!

A los pobres les regalan alas para volar pero les roban el aire; al país le canjean su alegre joropo por un triste tango. ¿Quién gana? Los de siempre, los de la tribu autóctona de los quitatetuparaponermeyos.

Hoy presiento a Chávez derrotado y renunciando frustrado tras su fallida pelea entre las cuerdas de las nostalgias izquierdistas; de los complejos y resentimientos de nuestra sociedad (los suyos incluidos); de las ineptitudes y, por supuesto, de la siempre briosa corrupción. ¡Qué lástima!...pintaba algo, pero, como dicen, para atrás ni para agarrar impulso.

Los océanos globales están agitados y si no logramos dominar sus olas nos arrastrará el Tsunami. A estas alturas, el país ya intuye que no basta con construir líneas de defensa imaginarias, tipo Maginot o crear gloriosos escuadrones, tipo caballería polaca y que eso más bien sólo puede provocar que las olas revienten aún más fuerte sobre nosotros.

Las olas, que se nos vienen encima, no son fáciles y por ser muchas de ellas nuevas, no basta la experiencia para manejarlas. En tal sentido, nos alegramos que el primero de la oposición que se haya ofrecido como candidato a conducirnos sobre ellas, sea alguien de la nueva generación ¡Así debe ser! Ahora sólo esperamos que los de Chávez, con su apoyo, también nos presenten sus relevos jóvenes.

Pero nada impide que un joven cincuentón, que jamás haya logrado montarse sobre una tabla (menos ahora con más barriga) dé concejos. El primero y principal que les doy a nuestros jóvenes surfístas es que elijan muy bien las olas, asegurándose de montarnos en olas venezolanas y no en olas habaneras o mayameras. Igualmente les pediría:

1. Insertar en PDVSA una Junta Observadora, que representando a la ciudadanía supervise las actuaciones de los técnicos y las del gobierno.

2. Saber que sueldos dignos a policías, prisiones decentes y registros eficientes, son más importantes para la majestuosidad de la justicia que toda la pompa de sus tribunales.

3. Acabar con la deuda pública, para así eliminar ese enfisema pulmonar que le impide al resto de la economía respirar.

4. Entender que un país que mantiene sus precios de gasolina tan bajos, que transfiere casi un 4% del PDB de los más pobres a los dueños y a los usuarios de vehículos, es un país socialmente inviable, punto.

5. Jamás olvidar que no importa cuán buena sea la educación de los mejores, si no es buena la educación de la mayoría… y por supuesto, igualar hacia arriba y no para abajo.



Nota: En el 2007 la transferencia del PDB, de los pobres a los bebedores de gasolina, ya se ubica mas cerca al 10%.

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